la tétrica,
le confunde las células
le cohibe el movimiento
los giros, se los marea
los muslos los junta
ella
siempre
la callada odiosa
nos asedia,
madre de las madres
y sus látigos,
vírgen de yeso con moho.
Así, día a día,
la tétrica
nos dibuja la silueta
con una cortapluma oxidada
si sacamos una mano,
la corta
si intentamos decir,
nos escupe en la boca.