La amada mujer
le transcribe la soledad
le transcribe,férrea,
admiración a la madre.
Carta tras carta,
le saca pica a la abuela
mostrándole, desde lejos,
los pechos nuevos.
Esperando consuelo
la maestra, le llora
le chupa la sangre jovial
le ama con la violencia que le falta
Ambas aman ese mundo dual / Yo, regocijándome al mirarlas desde lejos.
en que los opuestos sensuales
se frotan con dulzura.
Ambas van esculpiendo delicadamente
la gran mole de piedra informe
que nos caerá
como meteorito / No le temo a la muerte. Me excita, ella, con sus calzones negros.
"¡Acabo de mundo!"
grita un hombre desgarbado
con los ojos afuera
parado, paralítico,
en una esquina.
Y ellas, diáfanas,
asienten sonrientes con brutalidad.
AVISO IMPORTANTE : Este no es un blog de literatura. Está orientado a los seres que le están perdiendo la batalla a este puto mundo y optan por mantenerse con los ojos blancos.
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lunes, 25 de abril de 2011
martes, 19 de abril de 2011
La Concepción
Las tías repiten: cásate / La madre resucitada
"¿no le gustó la cosita?" / al pie de la cama,
insiste la vecina / reclama su trono,
con un ojo triste mirando / la sádica,
y el otro, / para sentenciarme a muerte.
obligadamente oscurecido / sonriendo, dice, cásate.
Y yo, como tú,
embrionaria,
pensando la fugacidad
de la duda y el placer
Y los 9 meses, tan largos y la vida completa, sin nada. Se me presenta el recuerdo de mi fiesta bautismal, el día en que lo elegí mi sacerdote. Cuanta felicidad, cuando entró a coronarme. Mal por mí, concebí aquel día funesto.
Y tú mandas ahora, pequeño mío, llevando en la sangre, la enfermedad que me aqueja.
"¿no le gustó la cosita?" / al pie de la cama,
insiste la vecina / reclama su trono,
con un ojo triste mirando / la sádica,
y el otro, / para sentenciarme a muerte.
obligadamente oscurecido / sonriendo, dice, cásate.
Y yo, como tú,
embrionaria,
pensando la fugacidad
de la duda y el placer
Y los 9 meses, tan largos y la vida completa, sin nada. Se me presenta el recuerdo de mi fiesta bautismal, el día en que lo elegí mi sacerdote. Cuanta felicidad, cuando entró a coronarme. Mal por mí, concebí aquel día funesto.
Y tú mandas ahora, pequeño mío, llevando en la sangre, la enfermedad que me aqueja.
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